DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO B
TE BUSCO A TI
1° LECTURA: Sam. 3, 3b-10. 19: Habla, Señor, que tu
siervo te escucha
SALMO: Sal 39: Aquí, estoy, Señor, para hacer
tu voluntad.
2°
LECTURA: Cor. 6, 13c-15ª. 17-20: Sus
cuerpos son miembros de Cristo.
EVANGELIO: Jn. 1, 35-42: Vieron dónde vivía y se quedaron
con él.
¿Qué buscan?,
les dice Jesús y a Andrés. Es su primera palabra, el primer sonido de esa voz
que les va a revelar cosas extraordinarias y a llevarlos muy lejos. Jesús ve
que están buscando. Hasta entonces, seguían a Juan bautista, sin vacilar, lo
dejan para seguir a aquel desconocido. Será su oportunidad más fantástica, y
Juan indica con esmero la hora. Las cuatro de la tarde. Jesús simpatizó pronto
con ellos, le gustan los hombres capaces de dejarlo todo por él. Pero ya su
primera pregunta empieza a penetrar en ellos. ¿Qué buscan? ¿Qué esperan de
mí’?. Muchos se engañan sobre él.
Le
dirá a la gente: Me buscan, pero ¿por qué’ ¡Porque les he dado abundantemente
de comer! . Preguntará a sus apóstoles:
¿Quién dicen que soy yo...? Y para ustedes, ¿quién soy? Preguntando
hasta el final qué es lo que esperan de él, le dirá a María Magdalena: ¿A quién
buscas?. En este momento, me dice a mi: ¿Qué andas buscando’ ¿Qué es lo que
buscas cuando me buscas a mí?
Quizás sea algo confuso, como le ocurría
a Juan y a Andrés: Dónde estás? ¿Dónde vives?. Lo buscamos en el evangelio,
pero allí no tenemos ni su voz ni sus ojos; será siempre para nosotros un
desconcertante misterio de presencia- ausencia. Sabemos que está allí; actúa en
el mundo y quiere actuar en nuestra vida, pero ¡Cuánta forma de fe se necesita
(la única forma de tomarlo) para entrar en contacto con él y mantener ese
contacto! Muchas veces nos sentimos tentados de pensar sólo en el hombre de
ayer. El habló, y nos gusta verlo como maestro de sabiduría; lo utilizamos para
apoyar nuestras mejores ideas de
justicia.
Abrirnos el evangelio como si fuera una
caja de caudales, para buscar en él frases
de oro. Pero
¿y a él? ¡El está vivo! Espera nuestros pasos para volver la cabeza y
salirnos al encuentro: ¿Qué quieres?. A esto no hay más que una respuesta, la
que cambia toda la vida, la gracia de las gracias cuando brota de todo nuestro
ser: Lo que quiero, eres tú. Te busco a ti.
Pbro. Roland Vicente Castro
Juárez